El acordeón: en la búsqueda de un piano portátil

Por Guillermo Romero Salamanca | Si ahora resulta laborioso cargar un piano, hace 200 años era más complicado. De tal forma, muchos constructores de instrumentos comenzaron con la tarea de crear un instrumento musical que diera cierto parecido a los gigantescos aparatos utilizados para los conciertos en templos o en salas de teatro.

Tanto el piano como el acordeón están relacionados con un invento chino: el sheng.

Aparato, muy parecido a un pito y que tenía una lengüeta. Ese silbato apareció en China, según los investigadores en el 2.700 antes de Cristo.
Pero en forma reciente, la idea de construir un aparato musical que fuera posible llevarlo a las casas, colegios y a las presentaciones en los pueblos comenzó a sonar dentro de los constructores e inventores.

El relojero y ajustador de pianos alemán Friederich L. Buschmann juntó varios silbatos y creó una armónica que le servía, precisamente para afinar los instrumentos. Pero soplar y ajustar teclas era muy complicado y entonces al ver los sopladores para las cocinas, organizó un fuelle, que le permitía tener las manos libres.

Ya era un momento avanzado para acercarse al acordeón.
Friederich era solicitado en los salones de baile, teatros, iglesias y casas donde hubiera pianos porque los debía afinar constantemente.

Otro inventor, Cyrill Demian, un afinador de pianos austríaco también logró en 1829 construir el primer acordeón. El luthier patentó este instrumento musical el 6 de mayo de 1829 en Viena con el nombre de “accordion” y sus hijos Cari y Guido le siguieron la tradición.

Esos instrumentos tenían sólo diez botones melódicos y dos para los graves. A un lado tenía las teclas para que fueran manejados con la mano izquierda y con la derecha se movía el fuelle.

La idea rodó por Europa y entonces nacieron empresas constructoras en Alemania, Francia, España e Italia, donde Paolo Soprani montó una fábrica para tal fin. En la actualidad en Casteldidardo se lleva a cabo un concurso internacional con acordeones

Este invento llevó mucha alegría a los pueblos. Su comodidad para el transporte y cierta facilidad para su aprendizaje hizo que el acordeón viajara, incluso al nuevo continente y a regiones lejanas de África y Asia. 

Surgieron entonces renombrados acordeonistas, como los franceses Marc Perrone, Richard Galliano, Pascal Contet y Claude Parle.

A mediados de siglo XIX, el alemán Heinrich Band de Krefeld inventó el bandoneón, una especie de acordeón más grande. Fue adaptado por los tanguistas y que en lugar de teclas tiene botones, 38 para el registro agudo y medio y 33 para el grave.

En América Latina llegaron a Centroamérica, Venezuela y el norte de Colombia gracias a los marineros alemanes.

En la costa atlántica fueron bien recibidos los primeros instrumentos y comenzaron a acompañar a la cumbia, el merengue, el porro y desde luego, las primeras notas de lo que luego se llamaría vallenato.

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