La Gota Fría: de una Tortura a Emblema Musical de Colombia

Durante varias décadas consideraron a Guillermo Buitrago como el autor de “La gota fría”, quien la grabó con el título de “Qué criterio”.

En las fiestas decembrinas salía –y sigue sonando-- en las parrandas la versión hecha por el guitarrista y cantante cienaguero, hijo don Roberto de Jesús Buitrago, negociante de Marinilla, Antioquia y de doña Teresa Mercedes Henríquez.

En 1976, con la voz de Daniel Celedón y el acordeón de Ismael Rudas, con el grupo El Doble Poder, presentaron una versión vallenata con el nombre de “La Gota Fría” y la autoría de Emiliano Zuleta Baquero, su verdadero compositor.

La gota fría” puede ser una de las canciones vallenatas más reconocidas en el mundo. Se conocen más de 200 versiones, pero quizá, entre las más populares están las de Carlos Vives, Iván Villazón, La Sonora Dinamita, Alfonso “Poncho” Zuleta, Alfredo Gutiérrez, Gran pachanga, Los Joao, El Grupo Niche –quien le hiciera en salsa--, Tulio Zuluaga, Ray Conniff, María Dolores Pradera –con su estilo particular—y Paloma San Basilio, entre otros.

Pero en 1998 Julio Iglesias pidió permisos para hacer una balada y grabarla en varios idiomas. 

En la película “la Virgen de los sicarios” se utilizan algunos versos. En el 2008, en el proceso de Paz con las FARC, Carlos Vives y Shakira cantaron el tema en un concierto realizado en Leticia.
Los primeros versos de la canción pudieron nacer en 1938, luego de una piqueria entre Emiliano Zuleta y Lorenzo Morales.

Según cuentan los historiadores, un día Emiliano Zuleta viajó a Guacoche, uno de los corregimientos de Valledupar y encontró a Lorenzo Morales interpretando el acordeón en una parranda. Le pidió prestado el instrumento para cantar y tocar y al notar que ejecutaba con mayor maestría, Lorenzo Morales sintió un tanto de recelo y determinó alejarse.

Nació entonces una “rivalidad” entre los dos músicos, auspiciada por el público y las versiones iban y venían. Total, el tema fue causando furor entre los seguidores de aquellos viejos vallenatos hasta llegar a oídos de Guillermo Buitrago quien aprendió los versos y los grabó luego con el título “Qué criterio”.

En esa época no existían ni casas discográficas, ni el tema de Derechos de Autor eran conocidos. Igual, las emisoras eran muy escasas en Colombia, pero después Discos Fuentes presentó a Buitrago con sus canciones. Falleció el guitarrista cienaguero y llevó a su tumba muchos secretos de su música. Algunas de sus temas, como “El ron de vinola” eran comerciales que se emitían en las emisoras.

La historia de “La gota fría” creció a nivel nacional e internacional y se convirtió en uno de los himnos no declarados de Colombia.

Hay dos versiones sobre el término de “Gota Fría”. Uno de ellos aduce a una corriente helada que baja por las estribaciones de la Sierra Nevada y al caer a las tierras cálidas produce fuertes escalofríos entre quienes las reciben.

La otra, según manifestaba la vieja Sara, madre de Emiliano Zuleta Baquero, se refería a la gota que le imponían como castigo a los presos en algunos panópticos de Colombia, especialmente en uno de Tunja.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, las guerras después de la independencia azotaban las regiones del país.

Muchos de los presos fueron recluidos en estas prisiones.

En Tunja, el Convento de San Agustín fue convertido en hospital, pero no contaba con medicinas, ni médicos, por lo cual quienes llegaban allí padecían toda clase de situaciones inhumanas. Después el estado asumió el control y transformó el convento en una cárcel. En ese gélido lugar terminaban sus vidas los peores delincuentes del país. 

Los castigos estaban dentro de los métodos del Sistema Penal Irlandés, que iban desde la tortura hasta llevar a los prisioneros de peor conducta a una celda donde sólo cabía una persona de pie, pero le caía una gota de agua permanente en su cabeza. Era tal el sistema que, con el tiempo, rompía el cerebro, causando dolores y muerte en días.

Otras veces, colgaban a los prisioneros en un árbol y lo dejaban allí por días hasta que vinieran las aves de rapiña a realizar la limpieza.

Durante años las versiones de aquella celda helaban la espalda de los contertulios.

De la tristeza de esas historias pasó a la alegría con el sabor y las anécdotas entre Emiliano Zuleta Baquero y Lorenzo Morales, quienes fueron grandes amigos hasta los últimos días de sus vidas.

Lorenzo atestiguó ante las diversas autoridades que, efectivamente, Emiliano había creado esa canción en la década de los treinta.

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